lunes, 29 de noviembre de 2010

Hágamosle el amor a la portada



Esta mañana volteé al kiosco de la esquina de mi departamento y me acordé de este texto de mi gran amigo Darío:

Darío Dávila

¿Cómo se ve nuestra portada desde el otro lado de la calle? ¿Cómo se ve en el kiosco de periódicos? ¿Fue irresistible? ¿Querrán los lectores disfrutar nuestra edición a diferentes horas del día? ¿Acompañará nuestra edición el desayuno, el tráfico, la oficina y el fin de semana en casa? ¿Qué emoción perdurable logra la tinta y el papel? Algunos editores de diarios en alianza con periodistas gráficos, logran que sus lectores respondan positivamente esas preguntas.

Otros simplemente, hacen periódicos para sí mismos, para su director o para sus colegas de la competencia. Los periodistas visuales tienen una ventaja: Entienden que el contenido visual también es noticia. Algunos diarios logran que las palabras y el diseño se hagan el amor. Otros, -justificando sus presuntas inversiones en rediseños, o la presunta falta de creatividad de sus equipos- prefieren no arriesgarse. Les preocupa mucho el cierre y poco la planeación. Les inquieta mucho la publicidad y los políticos. Pero no su agenda ciudadana.

Un lector no sabe qué hay detrás de una portada irresistible o de una portada sin emoción. Un lector busca historias bien contadas, escritas y presentadas. Los lectores agradecen a los diarios que innovan. Se innova con la diversidad y no con el pensamiento único.

Hagamos mejor periodismo, mejores portadas, mejores textos. Compartamos valores, arriesguemos, promovamos. Si los diarios fueran dirigidos por niños, las portadas serían honestas, transparentes, emocionantes, nuevas, sinceras. Nunca serían iguales. Todo sería un mundo por descubrir. Seamos más niños al momento de hacer periodismo. No perdamos la pasión por innovar e inspirar.

viernes, 15 de octubre de 2010

Un grito de miedo y hartazgo

Javier Rodríguez Cura/enviado

MONTERREY, NL.- En la tierra del corrido, ya no los hacen para los narcos, sino por la paz.

Año del 2010
el día seis de octubre
no se me olvida la fecha
que el día seis de octubre
murió una joven de veintiuno
nadie lo podía creer
ni siquiera su familia
que la muchacha de veintiuno
llamada Lucy Quintanilla
muriera abatida
por la bala de los malos.

Que los maten como perros
a esos traidores malditos
que se van por la gente
por la gente que no hizo nada
nomás tiran a lo loco,
maldito sea ese día.

Se oían gritos de terror
de la gente de Morelos
había heridos y asustados
pero mala suerte que le tocó a Lucy,
por eso señores,
los que oigan este corrido
vamos a pedir paz
al Alcalde o al Gobierno
y que Rodrigo Medina
se vaya a sentar a otra parte.

Es lo que siente Óscar Rocha. Él es uno de los tantos paseantes por plaza Morelos, el corazón comercial de Monterrey.



Aquí está un altar para Lucy Quintanilla Ocañas, una joven estudiante que fue asesinada sin deberla por unos pistoleros que, según la autoridad, iban por un celador del Penal del Topo Chico.

La ofrenda comenzó con veladoras a unos 10 metros de Morelos y Juárez y ya llegó hasta la colonia Independencia a unos dos kilómetros de distancia. La línea de velas cruza todo Morelos, hace una escala en la Catedral y pasa por la conflictiva Indepe, la tierra de Celso Piña.

“No sé fui leyendo los periódicos y viendo el altar y se me fue ocurriendo la letra”, me confiesa Óscar, de apenas 1.60 de altura con su playera de los Rayados.

Aquí la gente se detiene, se persigna y el murmullo retumba. Pero no tanto como las balas en Nuevo León.

Lucy es una de los cinco estudiantes universitarios que han muerto inocentemente en Nuevo León en lo que va del 2010.

Jorge Mercado y Javier Arredondo murieron afuera del Tec en marzo pasado. Víctor Castro Santillán, estudiante de psicología de la UNAM que cursaba un semestre de intercambio en la UANL fue asesinado a golpes en abril. Mientras que El 13 de mayo, Jesús Mario Villarreal Rodríguez, estudiante de Arquitectura de la UANL, fue encontrado asesinado de 20 cuchillazos en Santiago.

Ellos son cinco de las 480 cruces nuevas que han aparecido en los panteones de Nuevo León en este 2010.

***

Tras la balacera los ciudadanos se han organizado. Primero fueron colocando las velas, una tras otra. También mensajes exigiendo paz. Otros, criticando a los gobernantes. Algunos llorando la muerte de Lucy.

Unos niños de un kínder llevaron una cartulina color cielo. Dibujaron a Lucy como si fuese un ángel. Al parecer Lucy está allí.

Un hombre con la nieve de los años cubriendo su cabello se acerca y me dice:

“Estos no tienen madre, deberían agarrarlos y darles pena de muerte, pobre chavita, ni la debía; estamos hasta la madre de estos cabrones”.

Allí a un lado del altar está gente de Evolución Mexicana, un organismo ciudadano que dirige Tatiana Clouthier, hija del ex candidato presidencial Manuel Clouthier. Evolución junto a otras ONG’s han organizado una marcha para el domingo para exigir paz.

Mientras Clouthier es entrevistada para Punto de Partida, de Televisa México, la gente se sigue deteniendo frente al altar.

Un hombre llega con una vela, el tufo a alcohol contrasta con los hot dogs y el hartazgo que se siente en este punto.

“Dios te bendiga, mija, que te tenga en su gloria, al cabo que todos iremos para allá, después nos encontraremos allá arriba para cotorrear”, le platica a un retrato de Lucy mientras está hincado.

Una señora con su niño de dos años se detiene y ve. Suena su celular y sólo contesta: “Estoy en el altar de la chavita”.

Un anuncio remata: “Todos somos Lucy”.

***

El mediodía del miércoles las autoridades estatales realizan un operativo en Guadalupe, municipio colindante a Monterrey.

A través de un comunicado informaron que detuvieron a cuatro personas involucradas en un granadazo en la plaza principal de ese municipio que dejó cerca de una veintena de heridos y también de la balacera en Morelos.

El jueves era el Primer Informe del Gobernador Rodrigo Medina. Hasta el cierre de edición no habían sido presentados.

***

“Compa, se escuchó bien cabrón, yo venía el miércoles aquí por el hotel (a unos 15 metros de la balacera), nomás se oyó: ‘pas, pas, pas’ y vi que cayó la chavita, yo me escondí al lado del Seven…”

Es un joven que se detiene y cuenta. Confiesa que tiene miedo y no quiere decir su nombre.

“Pos que le hago si salgo a esta hora (cerca de las 9:00 de la noche) de la escuela y aquí agarró el camión… yo quiero organizar una marcha, a ver si la armó por el Facebook”.

-Así está en todo esta zona, ¿no?, en Torreón, en Monterrey y en Saltillo, le dice un reportero de Televisa México

El mismo veinteañero de cejas prominentes le contesta: “No sé allá, pero aquí da miedo”.

Y es que en este punto de Monterrey los olores se funden.

Huele los hot dogs, también a las hamburguesas del puesto que está en medio del corredor comercial.

Huele a la grasa del bolero.

También a los tacos y tortas del negocio de enfrente.

Mas también al hartazgo del ciudadano de a pie. Al plomo de hace ocho días.

Pero sobre todo: apesta a miedo.

lunes, 4 de octubre de 2010

22 tips para mi nota

¿Te puedes ver al espejo y sentirte a gusto luego de ver tu nota publicada?

Si eres reportero alguna vez habrás reparado en ello. Aquí 22 tips que aprendí junto a Darío Dávila:

1. Compruebo datos.
2. Pondero el peso, valor y la credibilidad de las fuentes.
3. Estoy en los detalles.
4. Pregunto lo que no se sabe.
5. Doy cuanta el lector de las lagunas que puede haber en una información.
6. Rectifico los errores.
7. Resumo bien el pensamiento y las palabras ajenas.
8. Tengo prueba de mis afirmaciones.
9. Me acercó a la información con el menor número posible de prejuicios.
10. Doy lo esencial de la información.
11. No publico rumores, los investigo.
12. Tengo sentido preciso de lo que significa la dignidad humana.
13. Tengo creatividad para lo grande y lo pequeño.
14. Poseo resistencia moral ante las presiones injustas del poder o los poderosos.
15. Tengo pasión por la verdad de las cosas.
16. Tengo respeto sincero a la dignidad de todos.
17. Tengo sensibilidad para los que no tienen voz.
18. Tengo sentido solidario de la vida.
19. Poseo capacidad para acompañar soledades.
20. Tengo riqueza interior para promover las ideas y opiniones.
21. Soy generoso para entregar pasión al escribir o al decir.
22. Nunca olvido cómo se llora.

Si podemos vernos al espejo después de todo esto, entonces confirmaremos en nuestras redacciones una maravillosa intuición: el periodismo es la profesión más bella del mundo.

martes, 14 de septiembre de 2010

'Policía Única: al fracaso'

Javier Rodríguez Cura

La Policía Única iría al fracaso si se crea cómo se ha planteado hasta el momento.

Esa fue la opinión que le dieron a EL GUARDIÁN DEL PUEBLO especialistas en seguridad pública y asesores de corporaciones policiacas.

A inicios de este mes los Gobernadores de los Estados y el Presidente de la República acordaron crear Policías Únicas Estatal, fusionando más de 2 mil 22 corporaciones policiacas en sólo 32.

Edgardo Buscaglia, profesor del ITAM, analista de temas de seguridad pública y experto en reformas judiciales que incluyen entrenamientos a jueces y fiscales y policías especializadas, criticó el intento de desaparecer las policías municipales.

“Al fusionar las Policías Municipales con la Estatal se está perdiendo una oportunidad histórica de generar una nueva Policía Municipal”, dice el académico.

Y es que el sistema policiaco mexicano, dijo Buscaglia, ha mostrado su incapacidad para crear políticas públicas de prevención, a pesar que las Policías Municipales tienen como fin primordial ese.

Dentro de la propuesta planteada por la Conferencia Nacional de Gobernadores y el Gobierno Federal, esto no se toma en cuenta, e inclusive se viola el.

“Lo que no se puede hacer es atropellar las figuras concebidas en la Constitución para agigantar su poder (de la Secretaría de Seguridad Pública Federal) y el poder de los Gobernadores hay que tener cuidado porque con estas reformas se puede dar un salto para adelante, o un salto hacia atrás como ahora se está planteando con esta propuesta y el remedio es peor que la enfermedad”, alertó.

La propuesta de Buscaglia es fortalecer la Policía Municipal, basándose en una Policía que prevenga el delito antes que ser represiva.

“Estas Policías de Prevención Social en Europa, trabajan de la mano con la Secretaría de Salud, con la de Trabajo, de Desarrollo Social que cuando se aproximan a una víctima o a una escena donde existe violencia intrafamiliar, inmediatamente llaman a las diferentes Secretarías para atender ese foco de violencia, para atenderlo de una manera integral, es un policía especializado para trabajar de la mano de otras secretarías, eso no existe en México”.

Y es que estas corporaciones colaborarían desde la parte baja para disminuir la integración de jóvenes a grupos de la delincuencia organizada.

“En México, el 60 por ciento de los pandilleros ha sufrido algún abuso sexual cuando eran menores, el 76% de los pandilleros han tenido problemas de adicción al alcohol o a las drogas, todos esos son problemas de riesgo pueden ser tratados para evitar que estos jóvenes deslicen como hormigas a la delincuencia.

“Es allí donde la Policía Prevención Social actúa, pero no como una Policía del uso de la fuerza, sino como una Policía de apoyo a la sociedad, es otra concepción diferente de la Policía que hoy México está desperdiciando porque tiene a su cargo gobiernos que no tienen ningún tipo de idea de cómo plantear políticas de prevención”, criticó.

Los Gobernadores plantearon como tesis principal de la creación de la Policía Única la descoordinación que existe actualmente entre todas las corporaciones que hay.

Para Buscaglia, esto no es suficiente para fusionar las Policías.

“Esto se puede hacer a través del Sistema de Seguridad Pública sin un mando único, que esto viene a ser más que todo un instrumento de poder que requiere el Secretario de Seguridad Pública Federal, pero esto no es requerido para mejorar el desempeño de las Policías”.

A pesar que en México ya existen algunos avances en la coordinación como compartir base de datos entre las instituciones a través de la Plataforma México, este es un pequeño pasito, un avance mínimo.

Ya que aún falta la coordinación operativa, protocolos de actuación operativa entre Policías Estatales, compartir material probatorio de una investigación.

La semana pasada existió un caso en Estados Unidos que ejemplifica esto.

En un conjunto de operativos realizados durante los últimos dos años, se logró la detención de 2 mil personas en EU ligados al narcotráfico. En esta labor de inteligencia involucró a cientos de agencias federales, estatales y locales coordinadas adecuadamente.

Buscaglia añade: “No se violó ningún federalismo”.

Algunos analistas han planteado que la conformación de Policías Estatales estaría creando mandos poderosos.

En el caso de Coahuila, el aparato de Seguridad Pública quedaría a cargo del Fiscal General. El experto recomienda:

“No se tiene que monopolizar todo, ya que esto conduce primero a una mayor probabilidad de corrupción y abuso de autoridad y funcionalidad, y segundo en el mejor de los casos tiene que establecerse un control de calidad en la actuación de la policía, un control de calidad de la Fiscalía y un control de calidad de la actuación del juez”.

La manera de evitarlo sería destilar las funciones en un mando que se hago cargo de la operación de esta nueva Policía. Mientras que el fiscal fungiría como el director de una investigación sin ser el operador de la nueva corporación.

Necesaria, pero no así

Bernardo Gómez del Campo se mostró de acuerdo con la propuesta de crear un mando único policial, pero no con la premura que se está planteando.

“Es un avance que se tiene que llegar a conformar tarde o temprano, la experiencia internacional en países similares a nosotros, llámese Colombia, Perú, Ecuador, Brasil y casi todos los países sudamericanos obedecen a una Policía Nacional”, dijo.

Pero la propuesta no es tan positiva.

“Tenemos una Policía Federal corrupta, minada por la delincuencia organizada, todavía tenemos relaciones defectuosos entre las Policías Estatales, Municipales y federales, tenemos policías municipales desintegradas.

“No tenemos gente que obedezca a un servicio de carrera en los municipios, en la mayoría de los casos del país, formar una Policía Nacional va generar una complicación de estructura”, enumeró el maestro en Ciencias Penales.

El Gobernador de Nuevo León, promotor de la propuesta, ha planteado que la Policía Única quedaría lista en por lo menos tres años. El especialista cuestiona este plazo.

“Si en un momento dado se quiere hacer esto por un decreto presidencial y no por un proceso técnico de unificación de Policías, podemos caer en un gran aparato costoso y corrupto nacional y entonces sí estaríamos en un problema grave de corrupción e impunidad”.

La experiencia en países sudamericanos que han implementado una Policía Nacional marca que han tardado entre 30 y 50 años para llevarlo a cabalidad.

Y el cortoplacismo en la implementación de políticas públicas y de reestructuración policiaca ha sido el gran problema para el país, según dijo Gómez del Campo.

-El Gobernador Humberto Moreira planteó que en enero del próximo año tendríamos lista la Policía Única, le pregunta EL GUARDIÁN DEL PUEBLO vía telefónica al también ex funcionario de la SSPDF

“Claro, la pueden tener para mañana, si es por decreto presidencial para mañana mismo se juntan las policías y está técnicamente hecha. Recuerda como salió la policía federal preventiva: 1999 y hoy por hoy está deshecha y se le invirtió recursos económicos, humanos. Recuerda la AFI, Agencia Federal de Investigaciones sustituyó una Policía Judicial y duró escasos cuatro años.

“No es así, no es por decreto, ni porque el Presidente diga ya puede estar hecha. Si el Gobernador dice, mañana puede estar hecha, pero la realidad es otra, si tú no creas un proyecto de vida para el policía, si no creas la realidad, si haces una investigación científica de lo qué es un policía nacional, vamos a seguirnos equivocando y a seguir gastando recursos”, adelantó Gómez del Campo.

Para unificar las Policías, explica el especialista, hay que depurar, hay que clasificar, hay que evaluar, hay que generar un proyecto de vida para quien vaya a integrar a esa policía, son muchas cosas que van a tardar más allá de este sexenio.

Además, se debe de crear un servicio policiaco de carrera, una academia de formación uniforme. Algo similar al Colegio Militar.

El experto traía a colación durante la charla, el caso de la Secretaría de la Defensa Nacional, una institución que no ha tenido un intento de golpe de Estado desde la época de Venustiano Carranza.

“El poder está en sus 200 mil hombres con una doctrina única, con una academia, tiene una estructura que lleva desde 1917 conformándose hasta ahorita y han creado una doctrina que consta lealtad, honor valentía, vocación y eso da una estructura militar única (a diferencia de la policial). Mi pregunta sería ¿no podemos hacer algo así en las policías?”, cuestiona Gómez del Campo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

El holocausto del migrante

Texto invitado
César Gaytán/ Semanario
Cruzó la puerta de la casa y encontró dedos, orejas y ojos en el suelo.
Olía a sangre de varios días. Apenas pudo contener el vómito.
Pensó que lo iban a matar. Un hombre encapuchado de casi dos metros lo condujo a empujones hacia la habitación donde pasaría las cinco peores noches de su vida. –Bienvenido, ésta va a ser tu nueva familia. Aquí si tienes dinero sobrevives, si no, no” le dijo.
La oscuridad lo llevó a tropezarse con varios hombres amordazados como él.
Pudo sentir en sus pies los cuerpos. No pudo ver cuántos eran, se enteraría después, por una plática de sus captores, que había más de 200 ahí adentro.
Este es el relato de Alexis a quien le dicen “El Pescado”. Nació en Puerto Cortés, Honduras y pensó que su futuro estaba en Estados Unidos. Venía huyendo del tercer país más pobre de América Latina, de un lugar donde el salario mínimo se paga en 31 lempiras (poco menos de dos dólares) y donde el crimen organizado cobra 14 vidas diarias.
Escapaba también de los recuerdos que le traía su familia. De Mateo, su papá, no supo nada desde que tenía tres años. De Ernestina, su mamá, sólo se acuerda del cable de luz con que le azotaba la espalda y aquellas ocasiones que lo obligaba a hincarse por horas en la arena como castigo por pelear con sus hermanas. El Pescado tenía 23 años y quería un borrón y cuenta nueva. Había logrado llegar hasta Villahermosa cuando la policía federal lo detuvo en la central camionera. Como no les quiso dar 3 mil pesos lo subieron a la patrulla.
Le dijeron: “Te vamos a llevar con unos amigos”. Fue hasta que lo cambiaron a otro carro y le vendaron los ojos cuando supo que estaba secuestrado. “Vamos al Rancho, traemos un pollo bueno”, escuchó que decían por teléfono.
Así fue como Alexis llegó a esa habitación donde había un silencio más sórdido que el que conoció en el desierto la primera vez que cruzó a los States. Nadie se movía ahí adentro, todos estaban atados de pies y manos, y aunque a él no lo sujetaban todavía, tampoco se movía, el miedo se le había metido en el cuerpo hasta entumecerlo.
La atmósfera del cuarto se hizo más pesada cuando llegó a visitarlos “El Güero”, quien parecía ser el jefe de la casa y les fi jaría las reglas. “Aquí nos dan su número de teléfono o se mueren, hijos de la chingada” les dijo conteniendo el toque que le había dado al cigarro de mota y se fue. Afuera de la habitación había otros dos vigilantes. Alexis escuchó que les llamaban “El Cholo” y “El Pecas”, de quienes se aprendió los apodos conforme avanzaba la madrugada. Por una conversación entre ellos que apenas recuerda fue que se dio cuenta que en los otros cuartos de la casa había más migrantes como él.
–¿Cuántos tenemos, cabrón? –preguntó “El Cholo”. –Dice el jefe que como 200.
-¿Y de dónde los agarró?
-Del pinche tren que iba a Tamaulipas. –¿Y como cuánto crees que les vamos a sacar? –Pues nada más mira a estos pendejos, se ven bien jodidos.
Alexis hubiera preferido dormirse, pero “El Cholo” y “El Pecas” tenían la encomienda de entrar a la habitación cada media hora. “Nos golpeaban para que no durmiéramos y nos decían: ‘alístense para darnos el número de su casa o si no los vamos a matar’”.
A pesar de sus fracasos en morirse, no sería lo mismo dejar que lo mataran o peor aún, dedicarse a matar. No lo convencieron.
-¿Te llamó la atención irte con ellos?- le pregunté.
-Sí lo pensé, lo pensé un rato… pero de nada me iba a servir trabajar así. Bien me mata el batallón (El Ejército) o me matan ellos mismos. En ese momento no sabía ni qué pensar de tanto miedo que tenía, tanto nervio.
-¿Qué te ofrecían?
-Querían que trabajara de guardaespaldas de ellos y que me darían mil 500 dólares. Se trataba de cuidar la casa y si se me escapaba alguien me lo descontarían de la paga.
Alexis ya había visto lo que le habían hecho a un salvadoreño que les negó el número de teléfono y la oferta de trabajo. “Lo amarraron para obligarlo a hablar, le prendieron papeles entre los dedos de los pies y las manos. Terminó dando el teléfono y su familia depositó mil 800 dólares”. Se lo llevaron y ya no regresó.
También vio cómo un hondureño no la pensó dos veces para irse con ellos. “Me dio algo de lástima verlo luego luego de escolta”.
Alexis sabía que decir que sí era como hacer un trato con el Diablo, pero tampoco tenía muchas opciones. Lo que hizo fue darle largas a “El Güero”, quien le advirtió: “Tienes un día para darnos tu teléfono o te matamos”.
LA HUÍDA
“Si no escapaba me iban a matar”, pensó. Era el quinto día.
La idea de huír lo mantuvo despierto toda la noche hasta que clareó y pudo ver que la ventana del cuarto no tenía reja. Si Alexis rompía el vidrio cabría fácilmente con sus apenas 60 kilos. Por su complexión, cualquiera que lo viera pensaría que acababa de entrar a la secundaria.
Ese día no fue diferente a los demás, sólo sudaba más de lo normal. En los ratos que los captores salían de la habitación, Alexis fue enterando a todos de su plan. No todos se la jugarían como él.
Esperó que esa noche, sus captores, armaran otra vez fi esta. Supo que tendría suerte cuando escuchó a todo volumen el reaggeatón y le llegó el olor a mota. “A los compañeros que estaban menos golpeados y que tenían miedo de escapar los pusimos en la puerta para que taparan el paso mientras rompíamos el vidrio con un zapato” narra.
Alexis fue el primero en saltar y detrás, lo hicieron 24 más que se agarraron a correr con él. Lo único que querían era que se los tragara la noche y no los encontraran. Así anduvieron durante seis horas. El día llegó con el sonido del tren que los atrajo como imán. Fue así que llegaron hasta Tierra Blanca, un municipio serrano ubicado en el centro de Veracruz.
“De los que escapamos, la mayoría se entregaron a migración, otros siguieron su camino, yo me quedé en una clínica donde me sanaron las heridas, principalmente mis ojos que los traía bien infectados”. Pese a todo lo que pasó, Alexis sigue pensando que su futuro está en EU. Fue así como siguió su camino y paró a descansar unas semanas en la Posada de Belén, una casa en Saltillo cercana a las vías del tren, que diariamente hospeda cerca de 80 migrantes.
Ahí cenaba el día que se enteró de la muerte de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas. La noticia la recibió como una puñalada y otra vez se le cargó la tristeza. Aunque ya la había librado y estaba a unos pasos de cruzar
México, zona minada
Estos son los estados que los migrantes tendrían que evitar para llegar a salvo a EU. Resalta el sur del país como la zona más peligrosa para ellos.
Veracruz. 2 mil 944 casos.
Tabasco, 2 mil 378 casos.
Tamaulipas, 912 casos.
Puebla, 92 casos.
Oaxaca, 52 casos.
Sonora, 45 casos.
Chiapas, 42 casos.
Coahuila, 17 casos
San Luis Potosí, 15 casos.
Estado de México, 6 casos.
Guanajuato, Nuevo León y Tlaxcala, 5 casos en cada uno.
Chihuahua 2 casos.
Distrito Federal 1 caso

Autoridades involucradas
En al menos 91 casos, las autoridades formaron parte del secuestro 9 mil 194 fueron secuestrados por bandas organizadas.
56 por bandas y autoridades 35 por autoridades.
En 467 casos no se pudo especificar.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

'Monterror'

Un texto guardado desde hace unos meses:

Javier Rodríguez Cura
MONTERREY, NL.- “Esto ya parece un rastro con tanto muerto, ya hasta les cortan la cabeza”.

Es la voz de doña Fina (nombre ficticio). Ella vende cada semana ropa usada en un mercado a unas cuantas cuadras de donde mataron a cinco policías en Apodaca.

El murmullo en esta zona retumba con megáfono. Es un mercado sobre ruedas, convencional, sí, pero con miedo.

Temor es una palabra ya común en esta zona. Pánico es un vecino más. Ellos ya están en medio del grito de la oferta del aguacate y el correisevacorriendo con El Valiente.

“Arquitecto, según las autoridades policiacas competentes nos refieren que en punto de las 4:30 horas se registró la ejecución (sic, por asesinato) de cinco elementos policiacos a manos de un grupo armado, según se nos refirió; las autoridades han comenzado con las investigaciones pertinentes”, refiere un burócrata del ámbito de seguridad mutado en reportero de la TV.

Ya los periodistas hablan como policía en una radiofrecuencia. Lo único que le falta al conductor es responderle a su reportero en clave.

Doña Fina se vuelve a quejar. “Eso fui aquí cerquita, aquí por el vado, ya ni sabe uno cómo le vamos a hacer. Andaban aquí los soldados, el 213 (la ruta de camión que pasa por allí) se desvió, se fue por allá, pobres los de Cosmopolis se quedaron sin camión”.

Los maestros entraron en psicosis. Los niños están felices. Las clases se suspendieron esa mañana. La primaria cambió la clase por el resguardo ante el miedo.

Vecinos dicen que les hablaron a la escuela para decir que secuestrarían niños. Otros, que los profes son unos pinches huevones que nomás vieron chance y no quisieron trabajar.

El que sí está es el miedo.

“Mamá, pasaron los soldados por aquí, y un chorro de patrullas; yo vi al sin cabeza en la tele en la mañana, estaba bien gacho”, dice un niño mientras compra una nieve a lado del puesto de doña Fina.
La vida transcurre normal. Van más de 500 asesinatos en menos de tres años en Nuevo León.

El uniforme azul zeta de la Policía quedó en tonalidad de luto. Sólo ese miércoles mataron a nueve. Cinco de Apodaca, dos de Guadalupe y dos de Santiago. Cada uno en extremo diferente de la mancha urbana de Monterrey.

El directivo de un periódico había titulado su columna hacia unas semanas: “Monterror”. Es lo que ya vive aquí.

La parálisis

Monterrey quedó paralizado esa tarde. Otra vez.

Es un miércoles que parece normal, sin sobresaltos, con la violencia de siempre. Con los muertos del día, con el miedo que camina contigo en una ciudad que ha visto acrecentar sus índices delictivos una enormidad.

Poco después de las 5:00 de la tarde el rumor corre como maratonista en la zona centro: Hay bloqueos.

“Hay uno en Fidel Velázquez y Universidad”, dice una persona mientras camina cerca de la Alameda, “hay otro en la salida a García”, dicen en la radio.

Así se va diciendo de boca en boca. La información no es única de los reporteros y de los medios, el ciudadano de a pie sabe lo qué pasa. Los padres le hablan a sus hijos para decirles dónde no se metan.

Los hijos le dicen a sus padres que se queden en la chamba para evitarse problemas.

Son poquito después de las 6:00 de la tarde. Hay cinco chavos, chavitos menores de edad, cada uno con una escuadra sobre la avenida Universidad casi al llegar a Sendero, dos de las vías más importantes del norte de Monterrey. Bajan a un chofer de una combi que viene de Escobedo a San Nicolás, le gritan a los pasajeros y los bajan.

Mientas acomodan la combi para que no pase nadie. Del otro lado de Universidad, los automovilistas empiezan a huir, se mete en calles en contra. Circulan tan rápido como el pavor. Quieren evitar quedarse parados más de una hora en un cruce en el que el hampa gobierna sobre el Gobierno.

Nadie llega. La ciudad es un caos. Está bloqueada como las piernas de una mujer llena de varices. Nada circula.

Dicen que son 30 y tantos bloqueos. Otros dicen que son 41, al final dan por buena esta cifra.

“Enfrente del Campo Militar había dos carros quemados, papá”, le dice un jovencito de la misma edad que los que bloquean. Aquí ya no sorprende nada.

Hace un año fue igual. “Los tapados” llegaron de los barrios bajos a taponear la vialidad. Esa vez iban con palos, cadenas para amenazar a los automovilistas. Fueron más violentos, aunque ahora portan pistola, pero no la usan.

“Los tapados” mandan. Dicen que los van a contrarrestar… con grúas.

Ya no escribo. Estoy igual de bloqueado.

sábado, 28 de agosto de 2010

El viernes que no fui reportero

Javier Rodríguez Cura

Me formé con la idea que el periodista tiene una afinidad con Superman: jamás se quita el traje, ni siquiera para dormir.

Soy un convencido que esto no es un trabajo, es una religión. Ir por una nota es como ir a La Meca, una exclusiva es casi como si Dios te diera la de ocho al declarar que está a favor de los matrimonios gays o la eutanasia.

Uno piensa, defeca, duerme, come, y se emborracha con “la nota”. Todos queremos una gran historia que contar, de manera diferente, un gran golpe periodístico.

Pero ese viernes no lo hice. No lo quise.

Desde un día antes me confirmaron la recomendación de la CNDH tras el asesinato de Jorge y Javier –ya hasta me resulta familiar hablarles por su nombre de pila-, desde hacía más de un mes me habían adelantado cómo venía eso. Pero me pidieron guardarlo hasta que fuera conveniente.


Revisarlo no me sorprendió, lo que venía allí era lo mismo que ya sabía. Que los remataron en el suelo a menos de un metro con una pistola de un calibre pequeño. Que Javier acabó con tres pozos en la cara. Y que Jorge fue torturado.

Al leerlo, busqué a mis fuentes, a los padres de Jorge. No me contestaron. No estaban, porque no querían hablar en ese momento.

Revisé mis apuntes, lo que hemos publicado. Pero no sólo son líneas escritas con una gran pasión por la verdad. Son párrafos de dolor. Caracteres de frustración. Textos de la impunidad.

Hace varias semanas había ido a la casa de ellos. Una vez más, van como cinco ocasiones que voy porque se sienten en la confianza de compartirme información que con nadie más lo hacen.

Doña Rosy Mercado no olvida a su hijo. ¿Por qué lo ha de olvidar? Llegué y comenzamos a platicar. Me trajo una vivencia reciente con su vecino de enfrente, un niño que ha de cursar el kínder.
-“Mami ¿y la señora se quedó sin hijos?”, le preguntó el chavito a su mamá.

-“Sí, mijo, se quedó solita con su esposo”, respondió.

-“¿Y si yo me voy con ella?, al cabo que tú tienes a mi hermanita y no te vas a quedar sola”, rememora doña Rosy acompañada de una lágrima que transita por su mejilla izquierda, que contrasta con su tez blanca.

Ese fue uno de los recuerdos de otros tantos que quedan en la confidencialidad de la charla off the record. Ya que la grabadora sería incapaz de registrar tanto dolor y sentimiento.

Cada vez que platico con los Medina Mercado el sentido de la vida adquiere otra dimensión. Ellos han sufrido la violencia en carne propia. Y valoran el existir de otra manera.

Será porque les llaman “daños colaterales”. Como si fuese sólo una fría cifra y no un cálido ser humano.

Esa mañana, salí de su casa, de nueva cuenta, con un nudo en la garganta.

Hace dos viernes me pidieron que los buscara para saber qué pensaban de la recomendación (politizada) de la CNDH. No quería ir. Me identifiqué demasiado con la historia.

Les marqué varias veces desde mi celular, no me contestaban, sabía que no estaban.

Por la tarde, mi compa el editor me dijo que no los buscara, que le pasara el contacto a una reportera y que ella iría. Le encargué que me los saludara y me metí a una junta.

El ser humano venció al reportero.

Tras varios días les llamé una tarde. Quería saludarlos y agradecerles la confianza hacia nosotros.
Hubo un intercambio de muestras de aprecio y la misma plática que tenemos desde mayo que los busqué por primera vez: Que los nombres de Jorge y Javier queden totalmente limpios y que su muerte no quede impune.

No sabía qué decirles, así que les pregunté por el perfil publicado en El Norte por Daniel de la Fuente.

No lo habían leído, lo tomé de internet y se los envié.

Muchos colegas saben que ellos casi no dan entrevistas, que somos contados con los que hablan. Multimedios Monterrey, Denise Maerker y se había integrado a la lista los de W Radio. Ah… y yo.

Recibí una llamada de la oficina de Sergio Sarmiento. Me pedían que los ayudara a contactarlos.

Hablé con don Joel; ellos aceptaron. Pero me dijeron que era sólo porque yo se los pedía.

Sabía que a pesar de que buscaba información, había fallado porque no quise ser reportero esa mañana de viernes.

Que no tuve la fortaleza contra las injusticias. Pero sí tuve la capacidad de acompañar soledades, aunque sea de lejos para no incomodar.

Se escuchó el sonidito del correo electrónico. Estaba entrando uno:
JAVIER MUCHAS GRACIAS POR ENVIARME ESTA NOTICIA REALMENTE ME GUSTO MUCHO QUE DIOS TE BENDIGA POR ESTA INFORMACION QUE NOS FORTALECE MUCHO Y QUE GRACIAS A DIOS EXISTEN PERSONAS TAN PROFESIONALES COMO TÚ, SE QUE NO ESCRIBISTE ESTE REPORTAJE PERO SI LEIMOS EL TUYO, Y QUE FUÉ IGUAL DE AGRADABLE QUE ESTE; SE QUE DIOS NOS MANDA A GENTE IDONEA PARA FORTALECERNOS DE ESTA LAMENTABLE SITUACION.


QUE DIOS TE BENDIGA Y TE CUDE PARA QUE SIGAS APOYANDO EMOCIONALMENTE A MUCHA GENTE, SIGUE SIENDO LA PERSONA TAN HUMILDE QUE ERES Y SIEMPRE HABLANDO CON LA VERDAD.


RECIBE UN ABRAZO MUY FUERTE DE PARTE DE ROSY Y MIA.

SALUDOS JOEL

QUE DIOS TE BENDIGA.

Lo leí y salí de la redacción con la cabeza hecha un desmadre y el corazón en un puño. Me fumé un cigarro, mientras mi cerebro y las entrañas rodeaban este mail.

Un gran amigo me contó que cuando te puedes ver de frente al espejo, sin tapujos, tras publicar una gran historia te das cuenta que ser reportero es la profesión más hermosa del mundo.

Sí me puedo ver al espejo.

Pero ese viernes no fui reportero.

viernes, 13 de agosto de 2010

Lo reconocen entre plomo y sangre



Javier Rodríguez Cura
Fotos: Cortesía Alejandro Cossío

-Pérame tantito, si me hubieras hablado hace cinco minutos te diría que en Tijuana está muy tranquilo, pero se acaban de echar a uno…

Es Alejandro Cossío del otro lado de la bocina. Es un fotoreportero mexicano. Pero no cualquiera. Esta semana se enteró que ganó el Premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano en su categoría de fotografía.

La tarde del jueves trabaja como siempre. Va con uno de sus compañeros del semanario Zeta a un asesinato. Un muerto en la Zona del Río, una de las zonas más exclusivas de Tijuana. Otro más en esta frontera caliente que sólo entre 2008 y 2010 han aparecido mil 137 cruces más en sus panteones.

***
“No sé, la primera vez que vi en el cuarto oscuro cómo se revelaba, cuando todavía se tomaba con rollo, dije: ‘mmmta, esto es magia’ y de allí me enamoré”.
Su trabajo fotográfico fue considerado por los jueces de la Fundación como el mejor de América Latina y España, pero él no sabe cómo es que llegó a ser fotoreportero.
 
-Bueno, ¿y por qué fotografía periodística?
Híjole, no me lo explico muy bien, siempre me atrajo, siempre me movió, hacer fotografía con sentido social, esa con la que puedes denunciar o hacer un tipo de cambio y si es que se puede.

Doce fotografías conforman el trabajo “México al punto del quiebre”. Captadas durante 2008 y 2009 “los años más violentos de Tijuana”, confiesa Alejandro.

Fotos que llevan un hilo conductor: la muerte y violencia.

La foto que abre su galería es un dije de la Santa Muerte. Éste le fue confiscado a uno de los sicarios de Uriel López Uriarte, uno de los terratenientes de Teodoro García Simental. Todos ya detenidos.

Ya espera el 21 de septiembre cuando recibirá el premio de manos de Gabriel García Márquez y el empresario Lorenzo Hormsidas Zambrano Treviño. Apenas es el segundo mexicano que ha ganado el premio por trabajo, dos más (Julio Scherer y Miguel Ángel Granados Chapa) lo han sido por trayectoria.

***

Tiene un trabajo de riesgo. Labora para uno de los semanarios más aguerridos del país. Héctor Félix Miranda, uno de los fundadores, fue asesinado por un sicario, Zeta presume que al servicio de Jorge Hank Rhon, el polémico ex alcalde de Tijuana y dueño de Caliente, una casa de apuestas.

Cossío confiesa que nunca ha sido amenazado. Pero en una frontera tan “caliente”, el sol exuda miedo. Para tomar una de sus gráficas corrió el riesgo de ser arrestado por la Policía Ministerial. Al final no lo fue. La pudo librar.

Aunque su familia le dice que se cuide. Él no renuncia a su labor.

“Ellos saben que lo hago de corazón, terminaría frustrado sino hago lo que me gusta”, cuelga la bocina. Probablemente ya capte otra gráfica en ese momento.  

lunes, 9 de agosto de 2010

El revolucionario con cámaras

Javier Rodríguez Cura
Fotos: Cortesía producción Presunto Culpable 

Layda Negrete, Roberto Hernández y José Antonio Zúñiga
Su arma es una 35 milímetros automática. La enfunda en su cubierta negra mientras la sostiene.

Es un arma de alto poder, mayor que cualquier averiguación previa.

Es una cámara profesional de filmación, equipada con su micrófono de sonido ambiente.

En Presunto culpable, su documental, se observa que viste de traje mientras entra al reclusorio oriente. El equipo de filmación cuelga de su hombro.

“En este país no puedes esperar pasivamente que las autoridades nos resuelvan los problemas”, menciona.

Con ella filma los juicios, deja constancia de los males que aqueja al sistema judicial mexicano.

Roberto Hernández Ruiz es abogado de formación y cineasta por convicción. Ambas labores las fusiona.

Regio natural, pero capitalino por adopción. Ahora radicado en California por formación. Es aspirante al doctorado en Políticas Públicas en la Universidad de Berkeley en California.

Su trabajo ha despertado interés no sólo en México sino también en otras latitudes. Al teclear en Google “Roberto Hernández Ruiz Presunto Culpable” aparecen 1 millón 540 mil resultados. Su éxito lo ha convertido en un preso de éste.

“El sistema judicial es un peligro para todos”, dice a través del auricular desde California.

Los últimos años, sin proponérselo, ha evidenciado lo quebrantado del sistema. Por eso sus palabras no son huecas.

En ocasiones una cámara es una mejor arma que una averiguación previa.

Él lo sabe. Por eso pugna por ello.

Ha filmado “Presunto culpable”, trabajo cinematográfico ganador del premio a mejor documental en el Festival Internacional de Cine de Morelia.

En éste, Roberto desde el caso particular de José Antonio Zúñiga, joven del Distrito federal detenido injustamente por presuntamente asesinar a un joven, retrata al sistema judicial mexicano.

“Un sistema de quebranto total”, dice, “que no hace ninguna de las cosas que se supone debe hacer”.

Presunto culpable: retrato a cuerpo completo

En Presunto Culpable, Roberto entra, mira en la cara las cicatrices de las audiencias, de los juicios, del sistema carcelario, de la burocracia penal en México.

Se enfoca en el caso de José Antonio Zúñiga Rodríguez, Toño.

José Antonio es un vendedor de discos. Uno de su hobbies es bailar breakdance. La música y el baile son su pasión.

La tarde del 11 de diciembre del 2005, Toño era detenido por tres policías judiciales en la delegación Iztapalapa.

Toño caminaba rumbo a su casa tras haber vendido durante todo el día discos en un mercado. De pronto una patrulla se emparejó a él y le dijo que él era el asesino.

Esa tarde, Juan Carlos Reyes Pachecano había sido asesinado durante una pelea entre pandillas. A pocas cuadras de donde fue detenido Zúñiga Rodríguez. A la hora del asesinato, Toño vendía discos. No era él el asesino.

Comenzó todo un suplicio para Toño. Había sido detenido en base a un retrato hablado. Un primo del joven muerto lo señaló como el responsable.

El juez vigésimo sexto penal en el Distrito Federal, Héctor Palomares Medina, lo declaró culpable del homicidio.

En esos días, Roberto Hernández había presentado su cortometraje “El Túnel”. En éste se narra la historia de Marco Antonio Arias Cuevas, detenido injustamente y liberado tras la presentación de este trabajo fílmico.

La familia de José Antonio buscó a los creadores del documental para que los ayudaran.

Roberto junto con su esposa Layda Negrete decidieron participar y apoyar a Toño y a su familia.

Encontraron un juicio lleno de irregularidades. La principal: el abogado defensor de oficio de Zúñiga Rodríguez tenía una cédula profesional falsa.

Con ello lograron que se obligara el juez a repetir el juicio. Buscaron a Rafael Heredia, abogado penalista que se hizo cargo del caso.

A partir de aquí de nuevo utilizaron su arma: las cámaras.

Paso a paso grabaron lo que sucedía en los juzgados, así como en la celda donde se encontraba preso Toño.

Al repetir el proceso, el equipo de abogados de Toño pidió citar a los testigos y carearlos con José Antonio.

Se citó a quien acusó a Toño, a los policías que lo detuvieron, a testigos que lo vieron durante todo el día vendiendo discos en su puesto.

Tras ello, lograron encontrar serias inconsistencias en sus declaraciones.

A pesar de ello, el juez repitió su decisión: culpable.

Durante este lapso de detención Toño se casó con Eva Gutiérrez en la cárcel. Asimismo, Eva tuvo un hijo suyo. Vivía la gloria y el infierno.

Los abogados de Zúñiga Rodríguez impugnaron la decisión y acudieron ante el juez de apelación para presentarle sus pruebas: 350 horas de grabación.

Con ello, lograron tras 2 años y dos meses liberar a Toño.

Habían retratado al sistema judicial mexicano.

Un peligro para todos, como dice Hernández Ruiz.

Toño salía de la cárcel. Y volvía a bailar breakdance.

Un sistema judicial quebrantado

El sistema de impartición de justicia está quebrantado, según Roberto Hernández Ruiz, abogado y director del documental Presunto Culpable.

-Descríbeme el sistema judicial mexicano, le pido

“No atiende bien a las víctimas ni a las personas que les pudiera dar información sobre un hecho delictivo, no recolecta bien evidencias, no trata bien ni a los acusados, tampoco, entonces por ninguno de los dos lados está funcionando bien el sistema penal”, crítica.

Él encuentra varias fallas en este sistema y las enumera.

Una de ellas. Las corporaciones de policía.

-¿Cómo definir a los policías?

“Son policías que están mal pagados, no tienen ninguna seguridad laboral, no hay ninguna supervisión efectiva sobre lo que hacen, lo que se está generando es un foco rojo, que en lugar de mitigar el riesgo de la delincuencia”, crítica.

Sus lentes de alta graduación, enfocan, miran de cerca a la policía. A quienes trabajan en ella.

“Ser policía es el peor trabajo que uno puede tener”, comenta con un dejo de tristeza que se hace patente en su tono de hablar.

No es en balde lo que comenta Roberto. Según una encuesta de Consulta Mitofsky la policía es el cuarto ente público con menor confianza entre la ciudadanía. La punta la tienen los partidos políticos, los diputados y los sindicatos.

Roberto, habla fluidamente, no cesa, le pregunto y contesta de inmediato. Profundiza en sus respuestas.

Me veo al interior de la oficina desde donde lo entrevisto. Seis paredes me rodean. Como si fuese un recluso. Un recluso sin ser un presunto culpable.

-¿Qué hacer con los jueces para mejorar el sistema judicial?

“No tenemos jueces, sentencia Roberto secamente como si fuese un impartidor de justicia mexicano.

“Según una encuesta del CIDE, el 7% de los acusados conocen que el juez es quien lleva su proceso. El resto no lo sabe”.

Jueces con un ritmo y apilamiento de trabajo considerables.

Que sostienen sus decisiones en la averiguación previa escrita por un agente del ministerio público.

Héctor Palomares Medina es el retrato enmarcado de esto. Él es el juez vigésimo sexto penal en el Distrito Federal. Encargado del juicio de José Antonio Zúñiga, el caso que se presenta en Presunto culpable.

Palomares es evidenciado de realizar un juicio con fallas desde origen. Primero con un abogado defensor con una cédula profesional falsa. Posteriormente, en la reposición de ese juicio, empecinado con no cambiar su decisión. Hasta que el equipo jurídico de Zúñiga conformado por Rafael Heredia, abogado penalista, Layda Negrete, pareja de Roberto Hernández, y éste mismo.

Tras esto aún sigue en su puesto.  

Hernández Ruiz cuestiona la calidad y rigor de las averiguaciones previas:

“En la averiguación previa el agente puede escribir una novela y con eso juzgar a un acusado”, asevera, mientras se lamenta.

“No hay ningún sistema penal en América Latina tan extremo como lo tenemos en México. En lo general hay una gran dilución de responsabilidades en la investigación de delitos y una gran ausencia de personas que protejan derechos de acusados y víctimas”, se queja Hernández.

Un sistema que de todos sus detenidos el 25% cometió un robo menor a los $ 1 mil, casi el 50% hurtó menos de $ 6 mil.

Un sistema carcelario compuesto por 438 prisiones. Éstas con una población de 222 mil 73 internos hasta marzo de este año, según cifras de la Secretaría de Seguridad Pública federal.

Un lugar al que el arma de Roberto ha entrado. Lo ha visto frente a frente.

-Defíneme el sistema carcelario de México, le pido

“El sistema carcelario, parece de risa, pero no tenemos cárceles, así como no tenemos jueces. En términos numéricos.

“Una cárcel es un lugar donde tú incapacitas a una persona, sin decir que son delincuentes, porque los que están ahí no sabemos si son delincuentes todos.   

“La cárcel es un servicio público, pero en México son negocios privados.

“Cadenas de corrupción donde se extorsiona a los familiares de las personas que están detenidas para que se le pague una mordida a los custodios que cuidan a los internos, se les cobra por meter comida, en lugar que el gobierno les proporcione un servicio de alimentación, un servicio médico, un trato para que lo vayan preparando para que se reintegre socialmente, lo que hacemos es que se extorsiona a las familias, se les maltrata, se les maltrata a los internos, tenemos un sistema carcelario que ponen los propios internos al Gobierno.

“Entonces esa no es una cárcel, ese es un campo de concentración con una escalera de abusos para mantener un control social, pero no es una cárcel”.

La etiqueta al igual que Rafael Caro Quintero, detenido por narcotráfico, en una entrevista periodística con Julio Scherer.

Un campo de concentración. Donde el 70%, según cálculos del director de Presunto culpable, no debería estar detenida, ya sea porque no cometió un delito (entre el 20 y el 30%) o porque no es un delito que merezca la retención.

Según estudios de la asociación Renace, el 40% de quienes pisan una cárcel, al salir vuelven a cometer un delito. 

Roberto sostiene:

“La cárcel es más cara y es el peor remedio contra la criminalidad, no readapta y te garantiza que casi la mitad de los que van a parar ahí volverán a cometer un crimen, y es carísimo, además de que son golpeados psicológicamente muy mal y sale con un rencor con la sociedad gigante”.

Lo confirma con ex reclusos, incluso famosos. Raúl Salinas de Gortari le hizo llegar una carta después de la presentación de su anterior documental “El Túnel”. Un pasadizo que sólo conocen quienes lo han vivido con la piel que se escoria en él.

Desde ese entonces no ha tenido contacto con el hermano del expresidente de la República. 

Retrata un sistema colapsado. Con respuestas que no son adoptadas por autoridades.

-¿Aceptarías un puesto público para contribuir a modificar el sistema judicial?

“No creo que desde adentro se pueda modificar, no creo que hay estén los lugares de cambio en México, porque están sometidos a muchas presiones de tiempos, les cuestan mucho pensar a largo plazo, voy a estar en el juego del corto plazo, del bomberazo”.

-¿No lo aceptarías?

-“No”, remata mientras ríe.

Roberto piensa que desde la sociedad civil se puede empujar a modificar la situación actual del sistema penal mexicano.

Por ello busca crear un ejército. Un ejército de abogados con cámaras.

Un grupo que ha creado en Facebook para pugnar por grabar todos los juicios en vías de reducir costos y transparentarlos.

Con un mensaje claro:

“Si tu te quedas esperando que las autoridades nos den más seguridad, más empleo, más educación o más salud, te puedes quedar esperando como ciudadano. Hay que tomar cartas en el asunto, ser más activo y tomar una cámara para filmar una realidad que nos molesta y exhibirla públicamente, porque si no, somos irrelevantes políticamente”, afirma Hernández Ruiz.

Su arma sigue ahí, enfundada.

Esperando la oportunidad de volver a ser utilizada.

viernes, 6 de agosto de 2010

‘Contrataría a un reportero sin arrogancia y con ganas de aprender’: Jon Lee Anderson

Jon Lee Anderson
Darío Dávila/texto invitado

Sentado frente al entonces dictador de Liberia, Charles Taylor (1997), el reportero Jon Lee Anderson le preguntó:
- ¿Señor presidente es cierto que tiene un cubo de sangre humana que a diario se lo renuevan?
¿Que lo toma siempre en las mañanas?
El dictador, apoyado en un cetro de madera roja tallada con supuestos poderes sobre humanos, lo miró moviendo la barbilla hacia abajo y soltó: Querido, la gente dice tantas cosas…pero nunca se lo negó.
Jon Lee Anderson mueve las piernas como un adolescente que quiere salir pronto al receso.
Esta mañana en un hotel en Zacatecas, le han recordado que usa la misma loción con aroma picoso de siempre. Sonríe y arquea las cejas. Parece que éstas fueron diseñadas aerodinámicamente para acentuar su rostro al hablar como reportero. Es bastante alto. Sus piernas son como tractores móviles que mañana lo pueden llevar a África y pasado a una favela brasileña.

- ¿Si un meteorito apuntara en dirección a la tierra para exterminar al periodismo, qué nombre tendría esa roca espacial?
Se llamaría intolerancia.

- ¿Por qué?

Porque tienes el efecto violento, la amenaza directa. Lo que yo llamaría los extremistas de violencia. Sean narcos o policías malos. El fenómeno de la criminalización de las sociedades latinoamericanas es una realidad impactante y fatal de los últimos 30 años. Y está llegando como una hemorragia, franca y abierta.
Eso amenaza directamente la libertad de expresión. Directamente al trabajo de los periodistas mexicanos porque no pueden hacer lo que deben hacer y quedar con vida, punto. Hay que ser muy innovador, creativo y sensato para sobrevivir esta etapa de hielo post-meteoro pero sin dejar de cubrir noticias e informar al público.
El público necesita ser informado. Lo mismo podemos trasladar este escenario al Medio Oriente donde tenemos el fenómeno de los extremistas musulmanes y países occidentales en guerra. Es un fenómeno que va en mutación constante donde el papel del periodista está más en jaque que nunca.

Somos secuestrables y asesinables. Con esto –dice señalando la pequeña cámara de video- nos pueden hacer alguna bonanza (daño) y subirlo a youtube o Al Jazeera. Nosotros nos hemos convertido en parte del conflicto porque reconocen lo que hacemos y eso es muy importante.

Porque somos capaces de informar la verdad en todo el mundo en los conflictos, sean de narco, petróleo o ideologías. Nosotros, los que por alguna tontera u otra tenemos la pretensión de hacer algo con la vida, servir al público, presenciar documentar y comunicar la verdad de nuestro tiempo. Para mí eso es el periodismo. Ese es nuestro deber.

El deber es más grande aún, cuando el país de uno está en conflicto. Y sin embargo no hay peor momento para un periodista. En esos momentos es cuando más los asesinan. Cada uno tiene que medir su disposición a estar presente en esa batalla y en muchos casos uno es mal pagado, mal agradecido y todo lo demás. Es un trabajo de misioneros o de locos.

- ¿La sensatez puede salvarle la vida a un periodista?
Sí puede. Pero uno tiene que ser un poco pragmático. Es decir: guardar cartuchos hoy para tirarlos mañana. Algunos periodistas no van a poder aguantar. Simplemente tendrán que esperar el día de mañana que un diario les publique algo póstumo de esta época. Imagino que para un periodista mexicano esto debe ser nefasto y frustrante. ¿Quién quiere ver a su país en estas circunstancias?
El periodismo ha de cambiar mentes, despertar conciencias, crear fenómenos sociales donde la sociedad cívica reclama un cambio. Pero no lo estamos viendo.


- ¿Qué quiere decir eso?
- Que el periodismo ha caído también un poco en el mismo juego. De testimoniar todo a través de crónica roja, de narco corridos, de historietas sobre hazañas y epopeyas de buenos y malos. O como informantes del palacio o de la guarnición de turno y defunciones. Creo que hay un problema en eso. Hay que buscar cómo elevar el nivel del periodismo.
Yo he conocido periodistas que han estado en la misma situación en otras sociedades. Han optado por dejar el periodismo: Una amiga abrió un orfanatorio en Sierra Leona porque no podía ver a más niños asesinados. Otra trabaja con niños que viven de la basura en Guatemala. Varios han optado por entrar en organismos como la ONU o Save the Children. Algunos periodistas han ido a lo que yo llamaría el lado oscuro.
De pronto se convierten en asesores de seguridad. Van al lado oscuro que es donde está el dinero y otros que van hacia los ONG´S; ahí están los misioneros. También hay los que siguen la docencia. Lo importante es seguir comunicando, seguir informando. Tendiendo redes de verdad, no sólo virtuales. Redes donde se pueda tocar a la otra persona.


- ¿Cómo pueden los periodistas mexicanos contar lo que pasa en este país lleno de amenazas y riesgos para los reporteros?

Me parece que la policía mexicana no ha hecho lo que hizo el Pentágono en Estados Unidos: Enquistar a periodistas con ellos para que vean cómo es el trabajo de ellos, sus peligros. Sería una solución interesante. Es una forma de humanizar la línea del frente de batalla.
Yo veo en los periódicos mexicanos muchos nombres de la batalla política. Pero no veo el drama humano de los políticos. Me parece que falta un buen perfil de Felipe Calderón. Este hombre político del PAN que si no fuera político sería banquero y que de pronto ha decidido tomar esta decisión –sea buena o mala no importa- que ha implicado toda esta cosa gótica que pasa en México. ¿Cómo está viviendo Calderón? ¿Cómo está viviendo su gente? ¿Cómo es el fenómeno de los políticos que han decidido emprender guerra contra un sector en su propio país? Es un drama muy interesante: Yo no he leído es historia.

- ¿Los perfiles pueden explicar la realidad?

Claro. Sería una forma de abrir el abanico de conocimientos. De arrojar luz donde no la hay. Hay que traspasar los propios prejuicios de uno mismo para poder hacerlo bien. Durante años yo veía a Augusto Pinochet como todos los demás: ensangrentado y un viejo dictador. Pero cuando finalmente asumí el papel de perfilarlo, implicó que yo sacara un montón de cosas propias para hacer las preguntas. Intentar ver su vida. Intentar comprender su sicología, sus amigos , su familia. Y creo que sólo así entendíamos lo que él había logrado.

- ¿Se puede perfilar a un capo de la droga?

Sí es muy arriesgado. Pero es según el trato que uno hace y según el capo.


- ¿Qué piensa de los que al escribir sobre un narcotraficante lo hacen con prejuicios?

Quizás sea cierto esto que a veces pienso: Hay periodos en los países donde los propios periodistas no pueden ya cubrir esas historias. Les toca ya a otros venir a hacer lo que ellos no pueden realizar. No quiere decir que un periodista mexicano no sea capaz. En las librerías del México todo lo que vi era crónica roja. Eran la Reina de no sé qué, el cártel de Sinaloa…

- ¿Está en desacuerdo con esto?

No me he puesto en el plan de los criticones que se que hay. Hay una fascinación naturalmente con el mundo delincuencial y es muy barroco en Colombia y México. Y lo fue en Estados Unidos con las películas de gansters. Todas las sociedades tenemos cierto morbo y curiosidad. Entre lo sano y lo morbo. Pero tiene sus aspectos negativos: si quedamos nada más en la crónica roja. Si corremos el riesgo de caricaturizarlo y comercializarlo, sin elevar el nivel

En México algunos periodistas han cruzado hacia ese lado oscuro; son voceros de cárteles ¿Cómo enfrenta el periodismo esto?


En Pakistán hay algunos que son los que tienden siempre a recibir los videos de AlQaeda y mensajes también. Francamente yo hago una distinción entre nosotros y esos colegas.

- ¿Se les puede llamar periodistas?

No sé. Yo los conocí también en El Salvador cuando eran los que recibían los comunicados de los escuadrones de la muerte. Yo los miraba en las conferencias donde teníamos que rozar hombros a veces con un asco. No me consta, ni los conozco a estos (los periodistas mexicanos del lado oscuro) ejercen una función pero son asquerosos, dan asco. No son exactamente periodistas, son ratones de palacio, cortesanos del rey, infidentes, informadores, bufos del rey. No son periodistas. Lamentablemente en sociedades donde no ha habido un periodismo de verdad, con afán de colectividad, el periodismo está nutrido por gente así.

- ¿Sufre al realizar un perfil?
Sufro casi siempre. Comenzar no es difícil. Lo difícil es llevarlo a otro nivel.

-¿Cuál es la entrada que más le ha costado trabajo?
Yo no pienso en perfiles como tal, sino en perfiles dentro de crónicas. Normalmente yo termino de reportear y comienzo a escribir cuando se me prende y la bombilla y ¡ya!, todo sale. Pero a veces no prende.

-¿Cómo domina Jon Lee Anderson a su editor?

Gritando (dice bromeando) No sé si yo llegara a dominar. En el mejor de los casos es una relación como la de Raúl y Fidel, cada uno con su poder y un poco de acomodo. El editor puede decidir más o menos palabras; puede trabajar con el jefe de paginación. A veces está impuesto por el editor en jefe que le dice que el texto tiene que bajar 2 mil palabras y entonces se acabó.

- ¿Le han dicho eso?
Sí claro. Todas las piezas tienen una noción de lo que debería ser y uno empuja. Y entonces en la batalla uno decide qué vale la pena

- ¿Le ha costado trabajo cerrar un texto?

Generalmente no. Casi siempre cuando estoy cerca del límite de entrega. Ya sé cómo debería terminar. Al menos en términos de borrador.
¿Cuántos borradores hace antes del texto final?
En un mundo ideal 3 pero hoy en día 1.

- ¿En un mundo ideal, con acceso continuo al personaje, de cuántas palabras sería un perfil completo?
De 10 a 15 mil palabras. El más largo que hice fue de 13 mil palabras y fue el de Gabriel García Márquez.

-¿Cuáles son los mayores errores al momento de escribir un perfil?

Tratar de ser muy determinista. En juzgar al personaje.

¿Por qué muchos reporteros tienen prejuicios al momento de escribir, cómo elimina esto si frente a si tiene un tirano o un asesino?


Intento encontrar algo de ellos que me interese a mí también. Por ejemplo: encontrar un área donde puedes conversar sobre cosas de mutuo interés. Por ejemplo, cuando entrevisté a Augusto Pinochet, el ex dictador chileno, habló mucho de Mao. Yo no sabía que él era un fan de Mao. Cuando comenzó a hablar de Mao, habló y habló. Me di cuenta que él estaba fascinado por el poder. Si yo le preguntaba muy de frente sobre la política chilena, sobre los Derechos Humanos o la guerra sucia, se asustaba, se limitaba. Pero si le preguntaba sobre su camino romano que había hecho en la carretera austral, ahí se desplegaba rato. Casi siempre hay puntos en común. A veces son muy lisos, muy zorros y no se puede.

En el perfil del dictador Charles Taylor de Liberia narra que él tomaba sangre humana…

Suena muy estrambótico pero quizás no tanto con los narcos del norte. En África occidental estos rituales del poder que tienen que ver sacrificios humanos es bastante real. A mí no me consta que lo hizo. Pero todo mundo decía que sí. Entonces me parece que valía la pena escribirlo. Porque no es que yo voy Washington y todo el mundo está con el rumor de que Barack Obama está tomando sangre humana. Pero cuando voy a Liberia sí. Me parece un reflejo de la relación del ciudadano con el poder.

Hasta el Arzobispo del país lo creía. Después de escucharlo durante 2 semanas estuve en un coche con él y le pregunté sobre la historia de que Charles Taylor a lo mejor tomando sangre humana. ¿Usted cree que sea verdad? Él me miró y me dijo: Sí, creo que sí.

Finalmente voy a Taylor y le digo: ¿Señor presidente es cierto que tienes un cubo de sangre humana cada día que lo renuevan cada día? ¿Que tú lo tomas de mañana?
Y él me dice: Querido: la gente dice tantas cosas, pero no lo negó. ¿Por qué valía la pena hacerle la pregunta Yo quería saber hasta qué punto todo lo que decían de él era verdad. El tipo era nefasto. Yo lo había visto asesinar a una persona. Entonces cómo llegas a probarlo. El tenía un bastón de madera tallada roja. Siempre lo llevaba consigo. Y entonces intentando entrarle por otro lado le digo: ¿Y ese palo señor presidente? Y me dijo: Es de un árbol muy especial.
Jon Lee insistió: ¿Cómo especial?
Lo he llevado conmigo desde la guerra, desde la guerra que el libro para tener el poder. Una guerra con niños asesinos, mujeres embarazadas descuartizadas. Y entonces le digo: ¿Por qué especial?
Porque tiene poderes sobre naturales.
¿Cómo qué poderes?
Todo ser vivo que camina debajo del árbol muere.
Al final de la audiencia con el presidente con qué sensación me quedo. Con la sensación de que este tipo si es malo, malo, malo. Lo sabe y lo utiliza y es totalmente capaz de tomar sangre fresca. Y no lo quiere decir a sus ciudadanos que no lo hace.
¿Qué le preguntaría Jon Lee a Joaquín “El Chapo” Guzmán”?
Si fuera una entrevista donde yo pudiera preguntarle todo lo que quisiera sin represalias y estaba en el posibilidad de escribir lo que quisiera le haría muchas preguntas sobre su moral y su relación con la violencia en el país. Sobre lo que él piensa de la sociedad. Quisiera preguntarle en mucho detalle cómo es su vida, sin entrar en términos de seguridad. Quisiera conocerlo de verdad.

¿A qué tipo de reportero contraría?
- Alguien audaz, dispuesto a escuchar. Sin arrogancia con ganas de aprender. Con ganas de ver todo desde diferentes ópticas. Alguien que al final esté en firme en sus decisiones. Dispuesto a dejar de prescindir de comodidades. Para mí son las cosas básicas.

¿A qué reportero no le daría trabajo?
A aquel no pueda prescindir de su estatus social o bagaje cultural. Yo a veces he hablado con jóvenes periodistas en España y les pido: díganme una historia interesante de España. A mí me parece una gran historia cómo África ha descubierto España y cada temporada buscan venir a España en pateras. ¿Cuántos de ustedes se les ha ocurrido montar en una patera con los africanos que vienen en su país? Nadie ha nunca ha levantado la mano. Claro, es peligroso. Pero también es un reflejo del estatus social de los que son periodistas. Yo he sido labriego en la calle, he sido guardia en cárcel, he sido lavaplatos, he sido cortador de tabaco. Yo no ando con esas pretensiones. Conozco muy pocos chicos de clase media alta, universitarios que se les ocurriría en la vida, bajar al estatus que ellos consideran de la clase servil. Y ese es el mayor problema de América Latina. El mayor problema con su periodismo también porque nunca reflejan la verdad de los demás. Son incapaces de estar dentro del pellejo de los demás. A esos no los contrataría.
¿Ha trabajado en algún proyecto donde no hayas sido feliz?

- Sí
¿Y por qué siguió trabajando ahí?
- Fue poco tiempo hasta que encontré la forma de escapar que fue para la revista Time. Por un lado me sentía muy realizado porque un medio muy importante me había contratado para cubrir una guerra. Era importante porque era mi primer trabajo como periodista. Pero después me di cuenta que era infeliz. Y era porque ellos imponían lo que ellos consideraban que era noticia. No lo que yo veía. Es más: al avanzar los meses me di cuenta que yo reporteaba las incomodaba. A mí no me gustaba ese tipo de periodismo. Utilicé la experiencia para nutrirme de experiencias y mejorar mi propio periodismo.
¿A qué tipo de director de periódico contrataría?

-Un director entregado que refleje y esté dispuesto a trabajar a la par de sus reporteros. Dispuesto a ser innovador. Pensar creativamente. Utilizar todas las posibilidades para mejorar el medio y con un lema propio de servir al público informando. No contraría a alguien que lo hace por razones por de estatus o razones económicas. O porque simplemente le tocaba. Me gustaría un director que todavía estaría dispuesto a ser reportero.