martes, 14 de septiembre de 2010

'Policía Única: al fracaso'

Javier Rodríguez Cura

La Policía Única iría al fracaso si se crea cómo se ha planteado hasta el momento.

Esa fue la opinión que le dieron a EL GUARDIÁN DEL PUEBLO especialistas en seguridad pública y asesores de corporaciones policiacas.

A inicios de este mes los Gobernadores de los Estados y el Presidente de la República acordaron crear Policías Únicas Estatal, fusionando más de 2 mil 22 corporaciones policiacas en sólo 32.

Edgardo Buscaglia, profesor del ITAM, analista de temas de seguridad pública y experto en reformas judiciales que incluyen entrenamientos a jueces y fiscales y policías especializadas, criticó el intento de desaparecer las policías municipales.

“Al fusionar las Policías Municipales con la Estatal se está perdiendo una oportunidad histórica de generar una nueva Policía Municipal”, dice el académico.

Y es que el sistema policiaco mexicano, dijo Buscaglia, ha mostrado su incapacidad para crear políticas públicas de prevención, a pesar que las Policías Municipales tienen como fin primordial ese.

Dentro de la propuesta planteada por la Conferencia Nacional de Gobernadores y el Gobierno Federal, esto no se toma en cuenta, e inclusive se viola el.

“Lo que no se puede hacer es atropellar las figuras concebidas en la Constitución para agigantar su poder (de la Secretaría de Seguridad Pública Federal) y el poder de los Gobernadores hay que tener cuidado porque con estas reformas se puede dar un salto para adelante, o un salto hacia atrás como ahora se está planteando con esta propuesta y el remedio es peor que la enfermedad”, alertó.

La propuesta de Buscaglia es fortalecer la Policía Municipal, basándose en una Policía que prevenga el delito antes que ser represiva.

“Estas Policías de Prevención Social en Europa, trabajan de la mano con la Secretaría de Salud, con la de Trabajo, de Desarrollo Social que cuando se aproximan a una víctima o a una escena donde existe violencia intrafamiliar, inmediatamente llaman a las diferentes Secretarías para atender ese foco de violencia, para atenderlo de una manera integral, es un policía especializado para trabajar de la mano de otras secretarías, eso no existe en México”.

Y es que estas corporaciones colaborarían desde la parte baja para disminuir la integración de jóvenes a grupos de la delincuencia organizada.

“En México, el 60 por ciento de los pandilleros ha sufrido algún abuso sexual cuando eran menores, el 76% de los pandilleros han tenido problemas de adicción al alcohol o a las drogas, todos esos son problemas de riesgo pueden ser tratados para evitar que estos jóvenes deslicen como hormigas a la delincuencia.

“Es allí donde la Policía Prevención Social actúa, pero no como una Policía del uso de la fuerza, sino como una Policía de apoyo a la sociedad, es otra concepción diferente de la Policía que hoy México está desperdiciando porque tiene a su cargo gobiernos que no tienen ningún tipo de idea de cómo plantear políticas de prevención”, criticó.

Los Gobernadores plantearon como tesis principal de la creación de la Policía Única la descoordinación que existe actualmente entre todas las corporaciones que hay.

Para Buscaglia, esto no es suficiente para fusionar las Policías.

“Esto se puede hacer a través del Sistema de Seguridad Pública sin un mando único, que esto viene a ser más que todo un instrumento de poder que requiere el Secretario de Seguridad Pública Federal, pero esto no es requerido para mejorar el desempeño de las Policías”.

A pesar que en México ya existen algunos avances en la coordinación como compartir base de datos entre las instituciones a través de la Plataforma México, este es un pequeño pasito, un avance mínimo.

Ya que aún falta la coordinación operativa, protocolos de actuación operativa entre Policías Estatales, compartir material probatorio de una investigación.

La semana pasada existió un caso en Estados Unidos que ejemplifica esto.

En un conjunto de operativos realizados durante los últimos dos años, se logró la detención de 2 mil personas en EU ligados al narcotráfico. En esta labor de inteligencia involucró a cientos de agencias federales, estatales y locales coordinadas adecuadamente.

Buscaglia añade: “No se violó ningún federalismo”.

Algunos analistas han planteado que la conformación de Policías Estatales estaría creando mandos poderosos.

En el caso de Coahuila, el aparato de Seguridad Pública quedaría a cargo del Fiscal General. El experto recomienda:

“No se tiene que monopolizar todo, ya que esto conduce primero a una mayor probabilidad de corrupción y abuso de autoridad y funcionalidad, y segundo en el mejor de los casos tiene que establecerse un control de calidad en la actuación de la policía, un control de calidad de la Fiscalía y un control de calidad de la actuación del juez”.

La manera de evitarlo sería destilar las funciones en un mando que se hago cargo de la operación de esta nueva Policía. Mientras que el fiscal fungiría como el director de una investigación sin ser el operador de la nueva corporación.

Necesaria, pero no así

Bernardo Gómez del Campo se mostró de acuerdo con la propuesta de crear un mando único policial, pero no con la premura que se está planteando.

“Es un avance que se tiene que llegar a conformar tarde o temprano, la experiencia internacional en países similares a nosotros, llámese Colombia, Perú, Ecuador, Brasil y casi todos los países sudamericanos obedecen a una Policía Nacional”, dijo.

Pero la propuesta no es tan positiva.

“Tenemos una Policía Federal corrupta, minada por la delincuencia organizada, todavía tenemos relaciones defectuosos entre las Policías Estatales, Municipales y federales, tenemos policías municipales desintegradas.

“No tenemos gente que obedezca a un servicio de carrera en los municipios, en la mayoría de los casos del país, formar una Policía Nacional va generar una complicación de estructura”, enumeró el maestro en Ciencias Penales.

El Gobernador de Nuevo León, promotor de la propuesta, ha planteado que la Policía Única quedaría lista en por lo menos tres años. El especialista cuestiona este plazo.

“Si en un momento dado se quiere hacer esto por un decreto presidencial y no por un proceso técnico de unificación de Policías, podemos caer en un gran aparato costoso y corrupto nacional y entonces sí estaríamos en un problema grave de corrupción e impunidad”.

La experiencia en países sudamericanos que han implementado una Policía Nacional marca que han tardado entre 30 y 50 años para llevarlo a cabalidad.

Y el cortoplacismo en la implementación de políticas públicas y de reestructuración policiaca ha sido el gran problema para el país, según dijo Gómez del Campo.

-El Gobernador Humberto Moreira planteó que en enero del próximo año tendríamos lista la Policía Única, le pregunta EL GUARDIÁN DEL PUEBLO vía telefónica al también ex funcionario de la SSPDF

“Claro, la pueden tener para mañana, si es por decreto presidencial para mañana mismo se juntan las policías y está técnicamente hecha. Recuerda como salió la policía federal preventiva: 1999 y hoy por hoy está deshecha y se le invirtió recursos económicos, humanos. Recuerda la AFI, Agencia Federal de Investigaciones sustituyó una Policía Judicial y duró escasos cuatro años.

“No es así, no es por decreto, ni porque el Presidente diga ya puede estar hecha. Si el Gobernador dice, mañana puede estar hecha, pero la realidad es otra, si tú no creas un proyecto de vida para el policía, si no creas la realidad, si haces una investigación científica de lo qué es un policía nacional, vamos a seguirnos equivocando y a seguir gastando recursos”, adelantó Gómez del Campo.

Para unificar las Policías, explica el especialista, hay que depurar, hay que clasificar, hay que evaluar, hay que generar un proyecto de vida para quien vaya a integrar a esa policía, son muchas cosas que van a tardar más allá de este sexenio.

Además, se debe de crear un servicio policiaco de carrera, una academia de formación uniforme. Algo similar al Colegio Militar.

El experto traía a colación durante la charla, el caso de la Secretaría de la Defensa Nacional, una institución que no ha tenido un intento de golpe de Estado desde la época de Venustiano Carranza.

“El poder está en sus 200 mil hombres con una doctrina única, con una academia, tiene una estructura que lleva desde 1917 conformándose hasta ahorita y han creado una doctrina que consta lealtad, honor valentía, vocación y eso da una estructura militar única (a diferencia de la policial). Mi pregunta sería ¿no podemos hacer algo así en las policías?”, cuestiona Gómez del Campo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

El holocausto del migrante

Texto invitado
César Gaytán/ Semanario
Cruzó la puerta de la casa y encontró dedos, orejas y ojos en el suelo.
Olía a sangre de varios días. Apenas pudo contener el vómito.
Pensó que lo iban a matar. Un hombre encapuchado de casi dos metros lo condujo a empujones hacia la habitación donde pasaría las cinco peores noches de su vida. –Bienvenido, ésta va a ser tu nueva familia. Aquí si tienes dinero sobrevives, si no, no” le dijo.
La oscuridad lo llevó a tropezarse con varios hombres amordazados como él.
Pudo sentir en sus pies los cuerpos. No pudo ver cuántos eran, se enteraría después, por una plática de sus captores, que había más de 200 ahí adentro.
Este es el relato de Alexis a quien le dicen “El Pescado”. Nació en Puerto Cortés, Honduras y pensó que su futuro estaba en Estados Unidos. Venía huyendo del tercer país más pobre de América Latina, de un lugar donde el salario mínimo se paga en 31 lempiras (poco menos de dos dólares) y donde el crimen organizado cobra 14 vidas diarias.
Escapaba también de los recuerdos que le traía su familia. De Mateo, su papá, no supo nada desde que tenía tres años. De Ernestina, su mamá, sólo se acuerda del cable de luz con que le azotaba la espalda y aquellas ocasiones que lo obligaba a hincarse por horas en la arena como castigo por pelear con sus hermanas. El Pescado tenía 23 años y quería un borrón y cuenta nueva. Había logrado llegar hasta Villahermosa cuando la policía federal lo detuvo en la central camionera. Como no les quiso dar 3 mil pesos lo subieron a la patrulla.
Le dijeron: “Te vamos a llevar con unos amigos”. Fue hasta que lo cambiaron a otro carro y le vendaron los ojos cuando supo que estaba secuestrado. “Vamos al Rancho, traemos un pollo bueno”, escuchó que decían por teléfono.
Así fue como Alexis llegó a esa habitación donde había un silencio más sórdido que el que conoció en el desierto la primera vez que cruzó a los States. Nadie se movía ahí adentro, todos estaban atados de pies y manos, y aunque a él no lo sujetaban todavía, tampoco se movía, el miedo se le había metido en el cuerpo hasta entumecerlo.
La atmósfera del cuarto se hizo más pesada cuando llegó a visitarlos “El Güero”, quien parecía ser el jefe de la casa y les fi jaría las reglas. “Aquí nos dan su número de teléfono o se mueren, hijos de la chingada” les dijo conteniendo el toque que le había dado al cigarro de mota y se fue. Afuera de la habitación había otros dos vigilantes. Alexis escuchó que les llamaban “El Cholo” y “El Pecas”, de quienes se aprendió los apodos conforme avanzaba la madrugada. Por una conversación entre ellos que apenas recuerda fue que se dio cuenta que en los otros cuartos de la casa había más migrantes como él.
–¿Cuántos tenemos, cabrón? –preguntó “El Cholo”. –Dice el jefe que como 200.
-¿Y de dónde los agarró?
-Del pinche tren que iba a Tamaulipas. –¿Y como cuánto crees que les vamos a sacar? –Pues nada más mira a estos pendejos, se ven bien jodidos.
Alexis hubiera preferido dormirse, pero “El Cholo” y “El Pecas” tenían la encomienda de entrar a la habitación cada media hora. “Nos golpeaban para que no durmiéramos y nos decían: ‘alístense para darnos el número de su casa o si no los vamos a matar’”.
A pesar de sus fracasos en morirse, no sería lo mismo dejar que lo mataran o peor aún, dedicarse a matar. No lo convencieron.
-¿Te llamó la atención irte con ellos?- le pregunté.
-Sí lo pensé, lo pensé un rato… pero de nada me iba a servir trabajar así. Bien me mata el batallón (El Ejército) o me matan ellos mismos. En ese momento no sabía ni qué pensar de tanto miedo que tenía, tanto nervio.
-¿Qué te ofrecían?
-Querían que trabajara de guardaespaldas de ellos y que me darían mil 500 dólares. Se trataba de cuidar la casa y si se me escapaba alguien me lo descontarían de la paga.
Alexis ya había visto lo que le habían hecho a un salvadoreño que les negó el número de teléfono y la oferta de trabajo. “Lo amarraron para obligarlo a hablar, le prendieron papeles entre los dedos de los pies y las manos. Terminó dando el teléfono y su familia depositó mil 800 dólares”. Se lo llevaron y ya no regresó.
También vio cómo un hondureño no la pensó dos veces para irse con ellos. “Me dio algo de lástima verlo luego luego de escolta”.
Alexis sabía que decir que sí era como hacer un trato con el Diablo, pero tampoco tenía muchas opciones. Lo que hizo fue darle largas a “El Güero”, quien le advirtió: “Tienes un día para darnos tu teléfono o te matamos”.
LA HUÍDA
“Si no escapaba me iban a matar”, pensó. Era el quinto día.
La idea de huír lo mantuvo despierto toda la noche hasta que clareó y pudo ver que la ventana del cuarto no tenía reja. Si Alexis rompía el vidrio cabría fácilmente con sus apenas 60 kilos. Por su complexión, cualquiera que lo viera pensaría que acababa de entrar a la secundaria.
Ese día no fue diferente a los demás, sólo sudaba más de lo normal. En los ratos que los captores salían de la habitación, Alexis fue enterando a todos de su plan. No todos se la jugarían como él.
Esperó que esa noche, sus captores, armaran otra vez fi esta. Supo que tendría suerte cuando escuchó a todo volumen el reaggeatón y le llegó el olor a mota. “A los compañeros que estaban menos golpeados y que tenían miedo de escapar los pusimos en la puerta para que taparan el paso mientras rompíamos el vidrio con un zapato” narra.
Alexis fue el primero en saltar y detrás, lo hicieron 24 más que se agarraron a correr con él. Lo único que querían era que se los tragara la noche y no los encontraran. Así anduvieron durante seis horas. El día llegó con el sonido del tren que los atrajo como imán. Fue así que llegaron hasta Tierra Blanca, un municipio serrano ubicado en el centro de Veracruz.
“De los que escapamos, la mayoría se entregaron a migración, otros siguieron su camino, yo me quedé en una clínica donde me sanaron las heridas, principalmente mis ojos que los traía bien infectados”. Pese a todo lo que pasó, Alexis sigue pensando que su futuro está en EU. Fue así como siguió su camino y paró a descansar unas semanas en la Posada de Belén, una casa en Saltillo cercana a las vías del tren, que diariamente hospeda cerca de 80 migrantes.
Ahí cenaba el día que se enteró de la muerte de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas. La noticia la recibió como una puñalada y otra vez se le cargó la tristeza. Aunque ya la había librado y estaba a unos pasos de cruzar
México, zona minada
Estos son los estados que los migrantes tendrían que evitar para llegar a salvo a EU. Resalta el sur del país como la zona más peligrosa para ellos.
Veracruz. 2 mil 944 casos.
Tabasco, 2 mil 378 casos.
Tamaulipas, 912 casos.
Puebla, 92 casos.
Oaxaca, 52 casos.
Sonora, 45 casos.
Chiapas, 42 casos.
Coahuila, 17 casos
San Luis Potosí, 15 casos.
Estado de México, 6 casos.
Guanajuato, Nuevo León y Tlaxcala, 5 casos en cada uno.
Chihuahua 2 casos.
Distrito Federal 1 caso

Autoridades involucradas
En al menos 91 casos, las autoridades formaron parte del secuestro 9 mil 194 fueron secuestrados por bandas organizadas.
56 por bandas y autoridades 35 por autoridades.
En 467 casos no se pudo especificar.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

'Monterror'

Un texto guardado desde hace unos meses:

Javier Rodríguez Cura
MONTERREY, NL.- “Esto ya parece un rastro con tanto muerto, ya hasta les cortan la cabeza”.

Es la voz de doña Fina (nombre ficticio). Ella vende cada semana ropa usada en un mercado a unas cuantas cuadras de donde mataron a cinco policías en Apodaca.

El murmullo en esta zona retumba con megáfono. Es un mercado sobre ruedas, convencional, sí, pero con miedo.

Temor es una palabra ya común en esta zona. Pánico es un vecino más. Ellos ya están en medio del grito de la oferta del aguacate y el correisevacorriendo con El Valiente.

“Arquitecto, según las autoridades policiacas competentes nos refieren que en punto de las 4:30 horas se registró la ejecución (sic, por asesinato) de cinco elementos policiacos a manos de un grupo armado, según se nos refirió; las autoridades han comenzado con las investigaciones pertinentes”, refiere un burócrata del ámbito de seguridad mutado en reportero de la TV.

Ya los periodistas hablan como policía en una radiofrecuencia. Lo único que le falta al conductor es responderle a su reportero en clave.

Doña Fina se vuelve a quejar. “Eso fui aquí cerquita, aquí por el vado, ya ni sabe uno cómo le vamos a hacer. Andaban aquí los soldados, el 213 (la ruta de camión que pasa por allí) se desvió, se fue por allá, pobres los de Cosmopolis se quedaron sin camión”.

Los maestros entraron en psicosis. Los niños están felices. Las clases se suspendieron esa mañana. La primaria cambió la clase por el resguardo ante el miedo.

Vecinos dicen que les hablaron a la escuela para decir que secuestrarían niños. Otros, que los profes son unos pinches huevones que nomás vieron chance y no quisieron trabajar.

El que sí está es el miedo.

“Mamá, pasaron los soldados por aquí, y un chorro de patrullas; yo vi al sin cabeza en la tele en la mañana, estaba bien gacho”, dice un niño mientras compra una nieve a lado del puesto de doña Fina.
La vida transcurre normal. Van más de 500 asesinatos en menos de tres años en Nuevo León.

El uniforme azul zeta de la Policía quedó en tonalidad de luto. Sólo ese miércoles mataron a nueve. Cinco de Apodaca, dos de Guadalupe y dos de Santiago. Cada uno en extremo diferente de la mancha urbana de Monterrey.

El directivo de un periódico había titulado su columna hacia unas semanas: “Monterror”. Es lo que ya vive aquí.

La parálisis

Monterrey quedó paralizado esa tarde. Otra vez.

Es un miércoles que parece normal, sin sobresaltos, con la violencia de siempre. Con los muertos del día, con el miedo que camina contigo en una ciudad que ha visto acrecentar sus índices delictivos una enormidad.

Poco después de las 5:00 de la tarde el rumor corre como maratonista en la zona centro: Hay bloqueos.

“Hay uno en Fidel Velázquez y Universidad”, dice una persona mientras camina cerca de la Alameda, “hay otro en la salida a García”, dicen en la radio.

Así se va diciendo de boca en boca. La información no es única de los reporteros y de los medios, el ciudadano de a pie sabe lo qué pasa. Los padres le hablan a sus hijos para decirles dónde no se metan.

Los hijos le dicen a sus padres que se queden en la chamba para evitarse problemas.

Son poquito después de las 6:00 de la tarde. Hay cinco chavos, chavitos menores de edad, cada uno con una escuadra sobre la avenida Universidad casi al llegar a Sendero, dos de las vías más importantes del norte de Monterrey. Bajan a un chofer de una combi que viene de Escobedo a San Nicolás, le gritan a los pasajeros y los bajan.

Mientas acomodan la combi para que no pase nadie. Del otro lado de Universidad, los automovilistas empiezan a huir, se mete en calles en contra. Circulan tan rápido como el pavor. Quieren evitar quedarse parados más de una hora en un cruce en el que el hampa gobierna sobre el Gobierno.

Nadie llega. La ciudad es un caos. Está bloqueada como las piernas de una mujer llena de varices. Nada circula.

Dicen que son 30 y tantos bloqueos. Otros dicen que son 41, al final dan por buena esta cifra.

“Enfrente del Campo Militar había dos carros quemados, papá”, le dice un jovencito de la misma edad que los que bloquean. Aquí ya no sorprende nada.

Hace un año fue igual. “Los tapados” llegaron de los barrios bajos a taponear la vialidad. Esa vez iban con palos, cadenas para amenazar a los automovilistas. Fueron más violentos, aunque ahora portan pistola, pero no la usan.

“Los tapados” mandan. Dicen que los van a contrarrestar… con grúas.

Ya no escribo. Estoy igual de bloqueado.