martes, 13 de mayo de 2014

El día que hice enojar a Zambrano


Por Javier Rodríguez C.
En Obras me recibieron con dos encargos: entrevistar a todos los candidatos presidenciales (aún no sabíamos que serían cuatro) y hacer un perfil sobre Cemex. Entender a Cemex, era hablar de y con Lorenzo Zambrano, quien desde hacía un par de años no daba entrevistas.
Durante dos meses le envié solicitudes, tuits, llamadas al corporativo, mensajes con terceros. Nada. 
Mientras, Peña Nieto me dio una amplia entrevista. Con Andrés Manuel hablé unos minutos en privado, luego de taclear a su equipo de prensa y al CEO de la empresa donde yo trabajaba. Con Quadri acabé hablando de alcohol y restaurantes de la del Valle. Sólo Josefina me canceló de último momento.
Pero Zambrano, nada.
Una tarde de junio redacté una carta en papel membretado y se la envié a las oficinas de Cemex en Monterrey. Le escribí a su mail con la carta adjunta, lo arrobé desde mi cuenta de Twitter y le pedimos –mi entonces jefe y yo- a una directiva que le mandara un MD a @LHZambrano.
En menos de dos minutos, teníamos a uno de sus más cercanos colaboradores al teléfono: pues, ¿qué se les ofrece?  
Le dijimos a grandes rasgos: queremos matar virtualmente a Cemex para entender su magnitud e importancia. ¿Cómo sería un México sin Cemex?


Zambrano no quiso participar. Lo convencimos que escribiera un artículo, lo tituló Los simbolismos del progreso. Pero tenía dudas de nuestro texto.
Días después me llamó mi jefe. Cemex había hablado preguntando por nuestro asesinato virtual, el México sin Cemex. Horas antes, yo había platicado con Rafael Rangel Sostmann (consejero de Cemex), a quien le dije que los inversionistas del Mary Nour participarían en el texto.
Sabía que si algo enojaba a Lorenzo Zambrano era hablar sobre las acusaciones de su falta de apertura a la competencia. Conocer que citaríamos el caso del Mary Nour les irritó.
Nuestra respuesta fue: participan como una fuente más. Y así va el texto.
Mientras Ricardo Alessio me decía que Cemex era de las empresas más competitivas pero que a la vez evitaba la competencia, un analista de marcas me decía que México sin Cemex era como una silla con tres patas.
En ese texto recreé en tercera persona un par de mensajes que intercambié con don Lorenzo la noche del campeonato de Tigres:
“@LHZambrano felicidades a usted inge también, gracias por rescatar a este equipo”.
No recuerdo por qué esa mágica noche le escribí a él, antes que hablarle al Inge, a Mancilla o a Damián.
En mi iPad leí: “@LHZambrano: @RodriguezCura... Saludos Javier !”
Le enviamos a su oficina tres ejemplares de esa revista que se agotó, de la que ni siquiera yo tengo.
Y jamás volvimos a hablar, ni siquiera a tuitear. Hasta ayer lo arrobé. Y recordé aquella entrevista en El País: Si perdemos Monterrey, lo demás está perdido.
Y nuestro Monterrey allí está, nunca se perdió.
Aunque, sabe don Lorenzo: me debe una entrevista. En la que, pese a que lo admiro, le prometo que lo volveré a hacer enojar con mis preguntas.  
Le mando un tuit de rato. Al de siempre: @LHZambrano. 

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